martes, 11 de julio de 2017

la envidia sana no existe.


Y no es que la envidia sea mala por naturaleza. No. Lo que no existe es lo que comúnmente llamamos envidia sana, al menos no deberíamos llamarla con ese nombre, porque no nos deja en una posición adecuada para actuar en consecuencia.

La envidia: un pecado capital

Todos hemos oído hablar de los pecados capitales: soberbia, avaricia, gula,lujuria, pereza, envidia e ira.
Nadie quiere ser un pecador, al menos eso hemos aprendido, por lo tanto queda feo señalar nuestras debilidades: somos vagos, envidiosos, soberbios, avariciosos,…

Y si no podemos decir que tenemos envidia, pero la sentimos realmente, es más apropiado decir que lo que tenemos es “envidia sana”, pero no deja de ser una falsa atribución.

Es como querer maquillar o disfrazar una emoción poniéndole un nombre políticamente correcto.

¿Por qué decimos que lo que tenemos es envidia sana?

Podríamos decir que hay dos tipos de envidia, para hacerlo sencillo diremos que existe una envidia mala y una buena.

ENVIDIA MALA (envidia corrosiva)
Surge a partir de un odio hacia la persona que posee algo que tú quieres para ti, sea un bien material o inmaterial. Puede derivar en crueldad, actos llenos de ira o difamaciones cargadas de pensamientos y deseos negativos hacia la otra persona.

Decimos que es mala porque puede ser muy dañina e irracional y, además de ser mala para la persona que la recibe (puede llegar a ser víctima de malos tratos por parte de la persona envidiosa), también es mala y destructiva para la persona que ostenta la envida (llena su cuerpo de hormonas y sensaciones nada placenteras).

Esta envidia insana puede derivar de una falta de autoestima, de un complejo de inferioridad, de la ignorancia y de un sentimiento de infelicidad inmenso. Las personas que sienten este tipo de envidia es porque no se hacen responsables de su felicidad e intentan desbaratar la felicidad de los demás, lo que continúa alimentando su círculo vicioso de envidia y falta de conciencia emocional.

ENVIDIA BUENA (la llamada envidia sana)

Surge de una disonancia entre lo que posee otra persona y que tú quieres para ti, en este sentido comparte la misma raíz de envidia que mencionábamos en la “envidia mala”. Pero en este caso la persona que siente la envidia, si profundiza un poco en sus emociones, encontrará una base emocional basada en la admiración y el respeto a la otra persona. No le desea ningún mal, al contrario, la admira y le gustaría tener o poseer lo que aquella tiene.
Por eso se dice “envidia sana”, que no es más que un sentimiento de envidia inicial que no tiene las connotaciones destructivas de una envidia exacerbada. Sin embargo, sin nos ponemos puristas, no es envidia realmente lo que sentimos: es respeto, es motivación, es inspiración.

Lo que nos produce la otra persona son unas ganas de autosuperación y de aprendizaje.
Por lo tanto, la diferencia entre una envidia destructiva y malsana y la envidia sana y productiva, sería la respuesta que genera en ti la emoción subyacente: responder agresivamente o proactivamente.

Responder de manera agresiva sería ser víctima de la envidia y dejarte corroer por ella. Como crees que los demás tienen algo que tú no tienes, es mejor no hacer nada y sentir que tú eres la víctima de todo.
Responder de manera asertiva y proactiva sería aceptar que sientes envidia pero te pones en marcha para hacer las conductas necesarias para generar cambios positivos que te permitan conseguir aquello que te falta. Esa es la actitud adecuada:

autosuperación, crecimiento, autoconocimiento y desarrollo de tu potencial.

gracias por leer hasta aqui

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