domingo, 4 de junio de 2017

RESPETO : la base fundamental para entendernos

El respeto hacia las demás y nuestra madurez emocional están muy ligados; una de las pautas es no hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan.

Respetar a los demás significa no juzgarlos por decisiones de vida de la cual no formamos parte activa.
Podemos, si así lo deseamos, alejarnos del lado de ellas si nuestra manera de ver las cosas con su manera de pensar no coinciden.
Es muy importante tener la mente y corazón abiertos para conocer y entender los valores culturales, sociales y morales que definen a cada ser humano, donde el respeto mutuo, garantiza una forma armoniosa de convivencia.
El respeto a los demás es una actitud permanente, de palabra y de hechos, y una forma de vida donde la sinergia juega un gran papel.

Respetar es una actitud de ida y vuelta y para que se nos respete debemos empezar por el pilar fundamental, que es respetarnos a nosotros mismos.

¿Tener respeto a los demás es lo mismo que tener miedo?

Se confunde a menudo respeto a los demás con miedo.
Tener miedo, por ejemplo, a un padre, a un educador o a un gobernante y actuar para no enfadarlo, es callar y obedecer para no sufrir un castigo.
Tener respeto a un padre, a un educador o a un gobernante, es valorarlo porque tiene una línea de vida coherente y es un espejo en el que nos gusta vernos reflejado, es la aceptación por la razón y el corazón.
El miedo nos hace actuar en disonancia total entre mente y alma y quien infunde miedo, solo sabe imponerse por el temor. En cambio, quien vive coherentemente entre lo que dice y lo que hace, buscando su bien y el de los demás, genera respeto sin presiones, surge o sobresale por lo que trasmite, sin ninguna imposición.

¿En qué puntos hemos de respetar a los demás?

En todos. No hay ninguna fórmula que lo marque, y aquí volvemos a la sinergia.
Hay una frase que me parece muy certera y es: “A quien juzgue mi camino, le presto mis zapatos”. No se exactamente de quien es pero define en buena parte el significado de respeto a los demás.
Para centrarnos y saber si tenemos una actitud respetuosa, lo mejor es que cuando vayamos a hacer o a decir algo a otra persona, pensemos de que manera nos gustaría oírlo si nos lo dicen a nosotros, y hacerlo de este modo. Seguramente comunicaremos con tranquilidad y sin hacer daño.
Ser irrespetuoso, en cambio, se puede manifestar, muchas veces con un silencio que puede resultar mas doloroso que las palabras o con un no hacer, que puede llegar a ser mas destructivo que muchas acciones.
La falta de respeto a los demás, en ocasiones, no viene acompañado de gritos, ni golpes, ni insultos, sino que se disfraza de sutil manipulación, quitando la libertad de elegir y decidir, por nosotros mismos.

¿Qué es lo que nunca debemos de hacer?

No debemos nunca pasar la frontera que marca el espacio vital de los demás, ni permitir que traspasen la nuestra. Hay un espacio físico que es personal y que no debe ser invadido. Todos tenemos este espacio, donde no puede entrar nadie, sino está invitado.
Nadie debe disponer de nuestro tiempo. Y pasa lo mismo con el espacio emocional, nadie puede traspasarlo ni ser transformado por las emociones de otros.
Por ejemplo, si estamos disfrutando de una charla, tranquilos leyendo un libro o dando un reparador paseo, nadie que nos respete, va a interrumpir este momento. Cuando digo interrumpir, quiero que se entienda como avasallar y apoderarse de ese espacio vital, sin dejar otra opción y llevarnos a su propio terreno emocional.

Un consejo

Ser amables con nosotros nos lleva a ser amables con los demás, y ayuda a entender que para entrar en la vida de las personas hay que estar invitados, invitando a la nuestra a quienes escojamos con absoluta libertad.
El respeto a los demás es el mejor compañero de viaje, nos abre las puertas que elegimos cruzar y nos ayuda a cerrar otras, sin necesidad de dar un portazo.

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