lunes, 30 de enero de 2017

El maravilloso regalo de la existencia

El hombre es una unidad bio-psico-espiritual, compuesta por tres dimensiones; una unidad porque es indivisible, una unidad integral de cuerpo, mente y alma.



El cuerpo es lo que vemos en lo material, somos materia, al igual que los objetos y la naturaleza que nos rodea, constituidos de átomos como unidad básica de la existencia. Como seres corpóreos tenemos necesidades específicas, como alimentación, abrigo, medicamentos en caso de enfermedad etc. Pero no somos solo cuerpo, también somos mente, en nuestra dimensión psicológica, seres pensantes, habidos de conocimiento, que tiene emociones, entre ellas el amor, la rabia, la compasión, la frustración; dimensión a la que dedicamos mucha investigación, al tiempo que nos damos cuenta que es importantísima para el bienestar humano, en especial el conocimiento de las emociones y manejo que tenemos de ella; una dimensión con necesidades que antiguamente no eran tomadas en cuenta, algo de lo que afortunadamente hoy nos estamos comenzando a hacer cargo. 

Pero no somos sólo cuerpo y mente, también somos espíritu, la “mismidad”, la cual nos define como seres únicos e irrepetibles, mismidad que es indisoluble, atemporal e infinita, a diferencia de las dimensiones anteriores, ambas temporales. ¿Y qué es la espiritualidad?, la espiritualidad es aquello que nos hace seres trascendentes, más allá de lo visible, mas allá de la comprensión humana.

Vivimos en un tiempo en que el cuerpo es muy importante, al punto de vanalizar la existencia humana, en donde el hombre pone prácticamente toda su atención, en un mundo sexualizado, donde el cuerpo se útiliza para “vender” y sin embargo es descuidado, en una falta de conciencia inmedible y una paradoja si se piensa en los avances de las ciencias médicas; se castiga el cuerpo con drogas y alcohol, se le castiga con exceso de comida y falta de ejercitación.

Por su parte, la dimensión psicológica está siendo ampliamente investigada, descubriendo en los últimos tiempos lo importante que es conocerle en virtud de las necesidades que se deben cubrir para el bienestar humano; la mente ha sido también descuidada, encontrándonos hoy con una amplia gama de enfermedades de salud mental, un alto costo que hemos debido pagar por hacer del mundo un lugar locamente acelerado y por la falta de conciencia. 

¿Conciencia?, conciencia, palabra que nos remite a la última dimensión, la dimensión espiritual, en donde se encuentra la conciencia y la libertad de actuar de acuerdo a ella. Dimensión que ha tratado de ser explicada por múltiples religiones, sin embargo no tiene que ver con ellas, sino con la íntima relación del ser humano consigo mismo. Es la dimensión a la cual se le presta menos atención, confundiéndola con pertenencia y puesta en práctica de religiones y sus ritos, delegando así en cosas externas, lo que les es propio al ser humano y su relación con si mismo y con Dios, el Universo o cualquier que sea la creencia, porque la esencia y base es la misma.

Las tres dimensiones, cuerpo, mente y espíritu son una sola unidad indisoluble, y como tal están interconectadas entre sí y se afectan unas a otras, no podemos descuidarnos de ninguna por que es lo que nos ha llevado a la “crisis existencial” en la que vivimos, a vivir en el borde del precipicio, sin ganas, con frustraciones, con depresión y con tantas otras afecciones que hacen que la vida pierda sentido y sea subvalorada, viniendo al mundo a sufrir en vez de disfrutar del maravilloso regalo de la existencia.

El despertar de la conciencia vendría a ser el punto de equilibro que debemos encontrar, para así disfrutar la vida en todas sus dimensiones, unas retroalimentando a otras en forma positiva.

Juan Barberá
Bibliografia : el maravilloso mundo de Internet

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