jueves, 11 de mayo de 2017

TODOS tenemos algo por lo que ARREPENTIRNOS


( y quien diga lo contrario ... falta a la verdad )

El arrepentimiento no es solo llorar: quien se arrepiente cambia

El arrepentimiento no tiene por qué ser un acto negativo, ya que nos ayuda a conocernos y a crecer como personas. No obstante, hay que saber medirlo para que no nos ahogue

El arrepentimiento es un estado emocional que muchos utilizan a la ligera. Seguro que también tú conoces a alguien que se enorgullece al decir eso de “yo no me arrepiento de nada de todo lo hecho y dicho en mi vida”.
No es lo adecuado. Si hay algo que nos aporta el arrepentimiento es la oportunidad de cambiar para aprender de un hecho concreto y poder actuar así con mayor integridad, respeto y madurez personal.
Vivir es, al fin y al cabo, asumir errores y descartar alternativas para avanzar de forma más sabia. Quien no se arrepiente de nada es porque no acepta muchos de sus propios fallos, vivencias, ofensas o relaciones con personas que hubiera sido mejor evitar.

La psicología del arrepentimiento

Algo muy común en nuestras relaciones personales es que nuestras parejas o amigos suelen lamentar muy a menudo “aquello” que nos hicieron, esa falta que tanto nos dolió.
Nos lo demuestran con mucho sentimiento y apuro y, sin embargo, no cambian. Al poco tiempo vuelven a cometer la misma ofensa, demostrándonos que el arrepentimiento no era sincero. ¿Por qué las personas solemos actuar de este modo?

La falta de responsabilidad o la negación de lo ocurrido

Esta característica es muy común entre los adolescentes. Nos comentan que están muy arrepentidos por haber hecho esto y lo otro y, sin embargo, no llegamos a percibir sinceridad en su expresión y por su puesto, aún menos en su posterior comportamiento, donde no hay cambio alguno.

  • Arrepentirse implica ser responsables del error cometido o del acto realizado y, además, sentir ese malestar de forma real, auténtica.
  • Hay personas que prefieren negar lo ocurrido, pensar que lo sucedido no ha tenido importancia. Esto es, sin duda, un claro ejemplo de inmadurez personal.

La negación a propiciar el cambio


“Sé que he hecho daño, sé que me he equivocado. Sin embargo, no quiero cambiar las cosas y prefiero actuar de la misma forma”. Esta actitud es también algo habitual en este tipo de personalidades algo egoístas o con esquemas muy férreos de comportamiento.

  • Si nos negamos a cambiar seremos incapaces de adaptarnos al flujo de la vida, a su transcurso y a las complejas vicisitudes que, en ocasiones, nos trae el destino.
  • Quien no se arrepiente de nada de todo lo hecho a lo largo de su vida puede que no sea consciente, por ejemplo, de que en algún momento ha hecho daño a alguien.

Porque no basta con lamentarlo, no basta con llorar. Quien se arrepiente de verdad cambia.El no intuirlo es una forma también de negarse a reconocer que hay aspectos de nosotros mismos que deberíamos cambiar para vivir en equilibrio, sin hacer daño.

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JB

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