"La aventura de la vida es aprender.
El objetivo de la vida es crecer.
La naturaleza de la vida es cambiar.
El desafío de la vida es superarse.
La esencia de la vida es cuidar.
El secreto de la vida es atreverse.
La belleza de la vida es dar.
La alegría de la vida es amar."
(William Ward)
Vivimos aprisionados en nuestras creencias. Lo que creemos que somos se convierte al final en nuestra realidad, en nuestro límite, en nuestro destino. Encadenados a una forma de pensar, de sentir y de actuar, nuestra propia mente crea una celda a nuestra medida que reduce y empobrece nuestras posibilidades de existir plenamente. La actual psicología demuestra que lo que el corazón quiere sentir, tarde o temprano, la mente se lo muestra y que la clave de la superación personal no está en rebajar nuestros sueños a la altura de nuestras "aparentes" capacidades sino, a base de coraje y esfuerzo, elevar nuestras capacidades a la altura de nuestros sueños. Y esto se consigue -como diría el doctor Mario Alonso Puig- ocupándose más de lo que otros consideran lógico, arriesgándose más de lo que otros consideran seguro, soñando más de lo que otros consideran práctico y esperando más de lo que otros consideran posible.
Ansiedad, angustia, frustración, desesperanza, ira, culpa, desánimo, vergüenza, odio, resentimiento, autocompasión... Todas ellas emociones tóxicas que impiden que nos convirtamos en la mejor versión de nosotros mismos. Conocerse y comprenderse para luego superarse, ahí está la verdadera tarea del hombre. Vivir es hacerse, como decía Ortega y Gasset "no somos un participio, somos un gerundio" y, en ese proceso de construcción el valor, el coraje, las ganas, el deseo, ocupan un papel primordial, muy por encima de los condicionantes externos y la presión de "los ladrones de sueños" derrotistas y cínicos que nos rodean.
Ansiedad, angustia, frustración, desesperanza, ira, culpa, desánimo, vergüenza, odio, resentimiento, autocompasión... Todas ellas emociones tóxicas que impiden que nos convirtamos en la mejor versión de nosotros mismos. Conocerse y comprenderse para luego superarse, ahí está la verdadera tarea del hombre. Vivir es hacerse, como decía Ortega y Gasset "no somos un participio, somos un gerundio" y, en ese proceso de construcción el valor, el coraje, las ganas, el deseo, ocupan un papel primordial, muy por encima de los condicionantes externos y la presión de "los ladrones de sueños" derrotistas y cínicos que nos rodean.
BIBLIOGRAFIA : TRABALIBROS
ATRÉVETE!
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